El apartamento no fue solo un paseo: estaba ordenado, la iluminación tenue y todo estaba hecho con esmero. Ella estaba impecable, segura de sí misma, con una mirada que me despertó de inmediato. Se desarrolló una verdadera conexión entre nosotros: no por guion, sino por sentimiento. Respiraciones, pausas y caricias funcionaron al unísono; todo fluyó con fluidez y precisión, sin distracciones innecesarias. Esta reunión se centró en la calidad y el ambiente, no en la velocidad.
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